Cinco mujeres y un hombre, se mueven en un espacio no definido, casi irreal. Al fondo, una gran mesa blanca, un banquete. Algo inquietante se dibuja en el espacio, una atmósfera de tensión, de ansiedad, se espera la respuesta de alguien que no contesta... se escuchan voces que hablan al espacio vacío y que se interponen entre ellas. Al otro lado, no hay nadie, la escena se impregna de un aire de ausencia. La mentira reina soberana hasta al momento culminante de desvelar lo no dicho, lo que se esconde en los silencios infinitos de la espera, hasta el momento en el cual los personajes se quedan deslumbrados por su propia verdad desvelada.

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El tiempo no tiene ningún referente real ni cotidiano, es el tiempo de la emoción, del estar en el espacio interno del silencio.​ El espacio es un lugar efímero, prolongación de la mente de los personajes que se mueven en él, puede que sea una habitación de una casa, de un hospital, o un paisaje cubierto de nieve, donde no se ve rastro de existencia humana. La luz blanca, casi quemada, confiere un aire fantasmal a todos los personajes que se mueven dentro de ella, y un aspecto irreal a los elementos que cobran vida en escena, paraguas, guantes, zapatos, cartas.

Inspirada en el monólogo La Voz Humana de Jean Cocteau y en la obra La Ultima Cena de Leonardo da Vinci Naturaleza Muerta con Fondo Blanco se aborda desde un lenguaje escénico con base en el teatro de texto, y marcado principalmente por la presencia del teatro gestual y el teatro danza, pensando al escenario como un cuadro y a los actores/ actrices como seres de un lienzo que van tomando lugar en escena, apareciendo y desapareciendo sutilmente desde los gestos, desde el cuerpo, dando a su vez paso a la palabra efímera que revela todo el abandono y el estado de ausencia en el cual están sumergidos los personajes de la obra.